Hace muchos años, cuando estaba en la escuela, conocí a
un amor, no era una belleza y ocasionalmente no comprendía lo que decía, pero era
inteligente y de una belleza interior infinita. Me ofreció una hermosa lealtad
y un futuro, que si bien, no era el mejor y más exitoso, sería un futuro que me
haría feliz, que me complacería y si nos esforzábamos juntos, podríamos llegar
a ser tan exitosos como quisiéramos. Fuimos de la mano por ahí, en los patios
de la escuela, en las plazas públicas, incluso, aunque mis padres se opusieran,
en mi casa pasábamos largas horas de intimidad, ambos solos, él me daba lo que
quería y yo le daba lo que me nacía… la verdad nunca supe si le gustaba lo que
le daba o solo parecía gustarle… pero bueno, fuimos felices durante años. Esa
es la idea.
Pero los amores de la adolescencia no son muy “firmes”
que digamos…
Una mañana de mi último año en el “cole”, entró a mi
salón de clases un nuevo amor para mí, era musculoso e inteligente, y ofrecía
justamente lo que alguna vez soñé con tener y jamás lo creí posible. Me
conquistó rápido y como una ingrata, poco a poco me fui olvidando de mi primer
amor, “Ese enclenque, jamás podría darme lo que en verdad necesito” pensaba yo
entonces. Este nuevo amor me ofrecía un futuro lucrativo, con mucha acción y
aventuras… ah, y respeto por parte de los demás. Cuando salí del colegio y me
fui a vivir con él, todos me admiraban y respetaban, yo de verdad lo amaba.
Pero como siempre he pensado, en la simpleza de las cosas
está la verdadera belleza y ese amor no era para nada simple.
Cada vez se me hacía más complicado estar con él, pero
como yo lo amaba con todo mi corazón logré superar todos los obstáculos para
estar con él. Fue tanto lo que me esforcé que me lesioné, y para cuando al fin
pude seguir avanzando, él ya iba demasiado lejos… él ya no me quería… y como si
fuese poco, dejé una deuda con él que no sabía si me la iba a cobrar ni si
tendría el dinero para pagarle…
No les puedo describir cuan doloroso fue para mí ese
golpe, hoy, pasados ya dos años desde ese momento, aun me duele el corazón al
recordarlo. Pasaron meses sin que me levantara de la cama, no quería ducharme,
no quería comer… por mí hubiese muerto, pero no me atrevía a saltar cuando me
veía en aquel puente. Llegó un momento, justamente al visitar aquel puente, en
que en mi interior se encendieron las llamas de la venganza, que (¿Para qué les
voy a mentir a estas alturas?), siguen vivas hasta hoy y no descansaré hasta
completarla, haré que ese ingrato llegue de rodillas a mi lado. Pero para
cumplir aquel plan de venganza, debía levantarme primero.
Un día, para sorpresa y alegría de mi madre, me levanté,
me duché, corté mi cabello (cambié ese asqueroso corte que usé desde el primer
día que estuve con aquel ingrato), comí una enorme cantidad de ese delicioso
almuerzo que hace mi madre, (cosa que debí hacer mucho antes porque de verdad
quita la depresión de cualquiera), me vestí lo mejor que pude y salí a buscar
trabajo. Esta historia es sincera, y debo admitir que me cerraron las puertas
en todos lados. Estuve al borde de caer de nuevo, pero aquel golpe no podía ser
más doloroso de lo que fue el que me dio ese ingrato, así es que, a la semana
siguiente, volví a salir y, como dicen en mi país “El que la sigue la consigue”,
encontré un trabajo muy bonito.
Ahí estuve varios meses, hice varios amigos, pero en el
fondo me daba una nostalgia de muerte. Aquel trabajo me recordaba mucho a mi
primer amor. Estaba ahí, rodeada de todo aquello con lo que trabajaría si lo
hubiese elegido a él. Pero continué. Parte de mi plan de venganza era juntar
dinero para poder seguir sola, sin depender de ninguno de mis amores
anteriores.
Tiempo después, me ofrecieron un mejor trabajo, por lo que,
muy a mi pesar, me cambié. Justamente estaba en eso cuando recibí una llamada
de parte el ingrato para cobrar esa vieja deuda. Sentí que la sangre me hervía,
el muy desgraciado no fue capaz de llamarme él directamente, usó una cobradora.
Por otra parte, puedo agregar que el mundo es un pañuelo y nosotros somos las
suciedades que se secan en él. Justamente en aquel trabajo conocí a un viejo conocido
del ingrato, que me dio ánimos para que no lo dejara salirse con la suya,
aquella deuda no era correspondida y él mismo me dio los argumentos para
denunciar esa irregularidad. Ahora que lo pienso, lo que me hizo sentir ese
hombre es cuando una mujer dice “Si mi marido me pega es porque hice algo mal”
y lo aceptan, yo decía algo parecido “si me cobra es porque le debo algo” y
estaba dispuesta a hacerlo hasta que me abrieron los ojos…
Luché por aquello. Solo la Madre sabe cuánto luche por
eso durante casi un año. Me había sacrificado tanto por juntar el dinero que
necesitaba para continuar y que ahora ese ingrato que quisiera quedar con él
era realmente una puñalada en mi convaleciente corazón.
Dejé el trabajo y comencé a prepararme para seguir mi
camino, ya tenía dinero suficiente para hacerlo, pero siempre estuve con el
miedo de perder aquella lucha y ese ingrato me quitase todo. Hoy espero a que
me acepte algún amor, una de mis opciones es aquel primer amor a quien
humildemente le pedí una oportunidad y ahora me abrió los brazos como si nunca
lo hubiese traicionado, otro, es uno nuevo, es tan bueno y lindo como el
primero y me dejará mantener un lazo con este. Con cualquiera que me vaya,
complementaré uno u otro… pero tengo un problema: justamente hoy, recibí una
carta de la corte… ese desgraciado me ganó el juicio, tendré que pagarle toda
la deuda que se inventó.
Ahora sé que el débil nunca gana. Pero mi sed de venganza
no se apaga…
Siento mi corazón envenenado, tengo tanta pena de que el
fallo fuese a su favor y que la justicia no me haya escuchado… tal vez si fui
culpable, culpable de amar de manera ciega a alguien que no lo merecía.
Ahí termina mi historia… no puedo daros el final hasta
que haya terminado. Pues esta es una de las tantas historias turbulentas de mi
vida.
A partir de aquí aclaro que todo lo anterior era una metáfora.
Cada amor mencionado es una vocación. La primera es la Literatura; la segunda,
por razones legales no la puedo nombrar, solo puedo decir que es una institución
(no traten de adivinarla, de seguro jamás lo lograrán); y la tercera es la
psicología (por eso digo que si me voy con ella, no traiciono a la literatura).
Me gustaría daros un consejo a todos aquellos que están
escogiendo alguna carrera para estudiarla, no se dejen engañar por los jugosos
sueldos ni los futuros sólidos, esos solo os darán una vida fría. Sin importar
lo que los demás digan, hagan lo que los hace felices, si quieren ser
escritores, estudien periodismo, psicología, o simplemente literatura; si
quieren ser artistas, estudien diseño gráfico, publicidad o directamente arte;
si quieren ser músicos pueden estudiar también audio… etc… lo importante es que
luchen por lo que aman de verdad y no por algo que puede parecer divertido o “solido”
y al final solo les romperá el corazón marcándolos con un vergonzoso “no sirve”…
No saben cuánto me gustaría recuperar el tiempo que ese ingrato me hizo perder…
no cometan mi error, por favor…
¡Oh!... Pero no se preocupen por mí… A mi corta edad no
es la primera vez que esa bravucona llamada Vida me golpea y me hace caer… desde
pequeña me tenía envidia y me ha dificultado el camino, pero yo continúo… a
veces me pregunto “¿Cuántas veces tendré que perder para aprender a rendirme?”
creo que la respuesta la estoy dando ahora… como dice parte de mi lema “Jamás
arrepentirse” y eso incluye “jamás rendirse” así cada caída me deja una
enseñanza y llegará el día en que sepa cómo evitar la caída, o tal vez solo no lastimarme
al golpearme contra el piso… mmm… amo la Vida, no saben cuánto… Y aunque sepa
que no tengo oportunidad alguna en algo que de verdad me gusta, seré como aquel
que se lanza a luchar contra un león a mano desnuda diciendo “si no lo intento
no sabré si podré” y lo hace aunque todos digan que no vaya porque va a morir…
Mi peor defecto es la perseverancia.ancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario